9 de noviembre de 2017

La superioridad moral de ser políticamente correcto

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Vaya, hace poco más de un lustro que no escribo alguna entrada en mi blog, y eso que ha habido mucho material para escribir, sobre todo en lo relacionado con la tecnología, incluyendo las redes sociales, que ahora forman parte de nuestra cotidianidad. Pues nada, que el internet ha acercado la información a muchas personas, para bien y para mal, ahora nos enteramos de forma inmediata de acontecimientos que hace unos años nos hubiera tomado varias horas (o días, si esa información nos llegaba), principalmente por el uso de smartphones. Tan importante es el peso de las redes sociales, que en varios medios se dice que la información derivada de estas influyó en las elecciones del 2016 en Estados Unidos, y bueno, los resultados todos los conocemos.

Un fenómeno que se ha ido acrecentando es el de lo "políticamente correcto", término que tiene menos de un siglo de existir y generalmente tiene una connotación negativa en la actualidad, y de ahí derivan otras cosas absurdas, como el "lenguaje incluyente". Justo hoy leía que en Inglaterra se propuso cambiar el término de "mujeres embarazadas" por "personas embarazadas", con la finalidad de incluir a los hombres transexuales; pues nada, que los grupos de feministas se ofendieron porque la palabra "mujer" se vuelve innombrable. Ahora bien, ¿no fueron esos grupos los que abogaron por el lenguaje incluyente? Ese donde se dice (en español) "las niñas y niños", "las personas servidoras públicas", "las personas con capacidades diferentes" (personas con discapacidad), "las personas que viajan" (viajeros), "personal de cirugía" (cirujanos, instrumentistas, circulantes), etc. Al fin y al cabo, termina por ser más excluyente y sensiblero. Por desgracia el español no puede ser de género neutro, como el inglés.

Hablando de sensibilidades, algo que se ha vuelto una burla para quienes formamos parte de las últimas generaciones del siglo XX (xennial, millennial, mixennial, lo que sea), es que somos personas en exceso sensibles, que nos ofendemos de todo, y sí, concuerdo en parte con ello: se generan polémicas absurdas que terminan por hacer perder el punto de vista de lo importante por discutir. Obviamente hay temas importantes que deben resolverse, pero sin perder el enfoque.

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Ahora bien, parece que el hecho de ser políticamente correcto da el derecho de ser un juez moralmente superior, con la capacidad de señalar a las personas inmundas que ríen o difunden algún material, que para SU sensibilidad, es ofensivo. Pero, cabe aclarar que esas personas no son congruentes con sus palabras, suelen ser doblemoralinas, mentirosas, desleales, criticonas, etc.:  compran y consumen sustancias ilegales pero se espantan del narcotráfico, se ofenden con el body shaming (ah, porque lo de hoy es pochearle duro con RuPaul y sus amigas) pero humillan a "la gorda" o "la que se encuera", luchan contra el machismo pero de "malditas pasivas" no bajan a sus haters (enemigos imaginarios). Claro, en su escala de valores es un pecado mortal disfrazarse en Día de Muertos de la inexistente Frida Sofía (porque se la pasaron horas pegados viendo a su odiada Televisa), y peor aún, criticar desde la lejanía de su casa a quienes reímos de esa caricatura que resume la calidad de los medios de comunicación tradicionales, en vez de ofrecer ayuda a los afectados, investigar y difundir sobre los responsables de los derrumbes  tras el sismo del 19 de septiembre de 2017 (empresarios, funcionarios, vendedores). Pues nada, insultan a quien no comulga con su prístina forma de pensar (mas no de actuar). Pues nada, que autodenominarse progresista  da el “privilegio” de juzgar, señalar pues.
Algo derivado de lo políticamente correcto, es la "apropiación cultural", término occidental aparecido en el siglo XX que ha tomado bastante fuerza con la disminución de las barreras geográficas virtuales (aunque la  protección por IP de contenidos dio en la madre a la utópica Pangea cibernética). Recientemente ha tomado direcciones absurdas, en las que ni vale la pena ahondar. ¿Los mexicanos nos apropiamos culturalmente del sushi o de la pizza al ponerle chile? ¿El dueño del Pujol será suficientemente mexicano para vender tacos a precios exhorbitantes... en México, como dice este chef coreano?
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A ver si alguien no se ofende con este puesto mexicano de sushi
En fin, la delgada línea que separa a lo políticamente correcto de luchar por los ideales propios, es la congruencia, algo que en varios ejemplos y situaciones cotidianas no se observa. Y el hecho de tomar el papel de juzgar y el intentar iniciar una discusión con "es que estás mal" (o peor aún, insultando), es bastante incongruente y no hace más que generar aversión hacia su supuesta batalla entre el bien y el mal. Espero seguir escribiendo en este abandonado blog, dejen su comentario, y compártanlo.

La imagen inicial es un dibujo de Sísifo, considerado un héroe absurdo, como muchas de las peleas entre los social justice warriors y seres como yo, insensibles, poco empáticos, pendejos pues (incluso incongruente, porque amo ayudar, pero actuando, no hablando). ¡Ah! Si notan que los enlaces están en inglés, es para que vean que también soy un hablante "moderno" del español, estar en onda, "como los chavos" XP